Desde que empecé a andar adictivamente por Internet (2005-2006) empecé a generar un pensamiento que nunca llegó a ser post, hasta ahora, relacionado con el grado de infelicidad que nos genera la “globalización” (que, para ser más preciso, me referiré a eso como “internet”).
¿Por qué? Al estar en contacto con mayor cantidad de gente (si bien la calidad de las relaciones puede ser considerablemente menor, es innegable que ahora tenemos muchas más relaciones que antes), y enterarnos de su estado (de salud, emocional, de pareja, financiero, etc.) ya sea por Facebook, Twitter, subnick de MSN (algo más añejo), Fotolog (¡más viejo aún!), es inevitable realizar una comparación (porque el ser humano SIEMPRE compara, no importa el ámbito).
Y ahí las cosas pueden ser misleading. Una persona puede estar justo en un momento feliz, por algunos hechos circunstanciales de algún día (y puede no ser feliz al día siguiente), pero se dio la casualidad de que justo nosotros lo leímos. Y esa situación hay que multiplicarla por la cantidad de contactos que tengamos. Es difícil que uno diga “qué día mediocre”, es más probable que putee porque fue un día de mierda o grite a los cuatro vientos que es feliz. En el caso de que vemos alguien que diga “qué día de mierda”, a lo sumo pensaremos “igual acá”, “no sos el único”, etc; en cambio, cuando la otra persona dice “qué gran día”, eso sí queda grabado en nuestra memoria, y así lo vamos acumulando.
Y la comparación nos mata. Porque al final terminamos pensando que el resto del mundo es feliz, mientras que nosotros no lo somos.
El título del post y la idea general los tenía rondando en mi cabeza hace tiempo, aunque mucho en el post no desarrollé (por falta de ganas, por querer ser conciso y evitar palabras innecesarias, cuando creo que la idea general es clara). Lo que me llamó finalmente la atención después de tantos años y me hizo postearlo, es este post basado en un estudio que proclama, básicamente, lo mismo (centrado en Facebook).
Simplemente dice que la gente miserable subestima la miseria de los otros, y que Facebook en particular nos hace pensar que todas las otras personas tienen “vidas perfectas”. A pesar de que haya estados depresivos en los facebook statuses, los sujetos del estudio le dieron mayor relevancia a los statuses felices. Y, además, citan a Montesquieu:
“If we only wanted to be happy it would be easy; but we want to be happier than other people, which is almost always difficult, since we think them happier than they are.”
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