Sin premio para los tímidos

No sé si es la (mayoría de la) juventud actual, depresiva y con ideales románticos, pero la figura del “amor de bondi/subte/transporte público” está muy arraigada a nuestras mentes. Buscamos enamorarnos efímeramente cada vez que salimos a la calle, intercambiar miradas, sonrisas, pero quedándonos la mayoría de las veces en el molde, sin actuar.
Después terminamos con cierto dolor justamente por eso, el what if. Si le hubiera hablado a esa persona, ¿qué habría pasado? ¿Acabo de perderme la oportunidad de conocer al amor de mi vida? Es la imaginación lo que duele, nos hace vivir un montón de sensaciones distintas de manera fugaz, y terminamos con un dejo de tristeza también por un corto tiempo, que nos hace replantear nuestra forma de ser, intentar ser más abiertos, ir hacia adelante y encarar a la persona con la que intercambiamos un instante de humanidad. Sin embargo, nada cambia.

Hay un capítulo que considero fuertemente romántico de How I Met Your Mother, en el que Ted, protagonista, conoce a una chica en un casamiento, intercambia una mirada fugaz y, por supuesto, se queda prendido a ella. La joven, sin embargo, parece reticente a querer llevar las cosas más allá (¿cuándo no es así?), ya que el romance generado en un casamiento no lo considera real. Si bien los dos se sienten fuera de lugar en la celebración (nuevamente, ¿cuándo no es así?), ella quiere que la noche sea para recordar: quiere vivir algo diferente, simplemente compartir sin ningún tinte sexual) con alguien un momento agradable, y no verse nunca más para, de ese modo, no arruinar la memoria de una noche perfecta, y poder recordarla durante el resto de su vida (“Tonight, we’ll make a memory that will never be tarnished. Then, when we’re old and gray, we’ll look back on this moment… and it’ll be perfect…“). Hay que tener huevos para decir algo así, porque realmente pasaron una noche maravillosa, y ninguno de los dos quería realmente que termine (y cuando lo hizo, Ted se encargó de descubrir quién era la chica en cuestión, buscarla, y finalmente terminaron en una relación, aunque no terminó bien y la memoria fue finalmente empañada).

Salvando las distancias temporales (una noche en un casamiento no es lo mismo que un viaje en colectivo), creo que uno también necesita eso al buscar un amor de bondi. Algo que no se empañe, una memoria (de todas formas, rara vez volvemos a ellas, porque son tantas) que podamos recordar, aunque agridulcemente.
Y ahí es donde creo que AyerPasé la caga (por dos razones, una la que da título al post, la otra lo que vine desarrollando hasta acá). En vez de dejar las cosas en el pasado, como un agradable recuerdo, les da a las personas una oportunidad para manchar la memoria por completo, arruinarla, pasar sobre ella con un auto, retroceder, y volver a acelerar.
Además, no puedo menos que sentir tristeza hacia ciertas personas que buscan gente que conocieron una noche de verano hace 20 años (no estoy jodiendo, juro que hay “avisos” sobre hechos de larguísima data)… pasó mucho tiempo, cuál es la necesidad, no podés vivir obsesionado de algo que fue, no elegiste ese camino en tu vida, no entiendo cómo puede haberte marcado tanto como para que x tiempo después busques a esa persona. ¿Por qué no te diste cuenta en el momento? ¿Qué hiciste que ahora tenés que lamentarte el no saber qué fue de esa persona? Lo cual lleva a la segunda parte del post.

Si sos cagón, jodete. No te merecés tener una 2da. oportunidad. Si pasaste un largo viaje haciéndole ojitos a otra persona y ella te los retribuyó (o al menos eso creíste, si no la misma no tendría forma de identificarte)… ¿POR QUÉ NO HABLASTE EN ESE MOMENTO? Deberías haberte atrevido a dar el paso, no dejar que el momento pase, porque si no fuera por Internet, habrías perdido la, tal vez, oportunidad de tu vida. Hay que aprender a takear chances (malditas expresiones cuya traducción no suena tan bien). Es fácil luego buscar a la persona en AyerPase, Facebook, lo que sea, y escudarse detrás del monitor, donde las palabras fluyen fácilmente. Por eso creo, como dice el título, que los tímidos (y les juro que me duele decir esto, porque quienes me conocen saben que soy muy tímido) no deberían tener premio.

La culpa de la infelicidad es de la globalización

Desde que empecé a andar adictivamente por Internet (2005-2006) empecé a generar un pensamiento que nunca llegó a ser post, hasta ahora, relacionado con el grado de infelicidad que nos genera la “globalización” (que, para ser más preciso, me referiré a eso como “internet”).
¿Por qué? Al estar en contacto con mayor cantidad de gente (si bien la calidad de las relaciones puede ser considerablemente menor, es innegable que ahora tenemos muchas más relaciones que antes), y enterarnos de su estado (de salud, emocional, de pareja, financiero, etc.) ya sea por Facebook, Twitter, subnick de MSN (algo más añejo), Fotolog (¡más viejo aún!), es inevitable realizar una comparación (porque el ser humano SIEMPRE compara, no importa el ámbito).
Y ahí las cosas pueden ser misleading. Una persona puede estar justo en un momento feliz, por algunos hechos circunstanciales de algún día (y puede no ser feliz al día siguiente), pero se dio la casualidad de que justo nosotros lo leímos. Y esa situación hay que multiplicarla por la cantidad de contactos que tengamos. Es difícil que uno diga “qué día mediocre”, es más probable que putee porque fue un día de mierda o grite a los cuatro vientos que es feliz. En el caso de que vemos alguien que diga “qué día de mierda”, a lo sumo pensaremos “igual acá”, “no sos el único”, etc; en cambio, cuando la otra persona dice “qué gran día”, eso sí queda grabado en nuestra memoria, y así lo vamos acumulando.
Y la comparación nos mata. Porque al final terminamos pensando que el resto del mundo es feliz, mientras que nosotros no lo somos.
El título del post y la idea general los tenía rondando en mi cabeza hace tiempo, aunque mucho en el post no desarrollé (por falta de ganas, por querer ser conciso y evitar palabras innecesarias, cuando creo que la idea general es clara). Lo que me llamó finalmente la atención después de tantos años y me hizo postearlo, es este post basado en un estudio que proclama, básicamente, lo mismo (centrado en Facebook).

Simplemente dice que la gente miserable subestima la miseria de los otros, y que Facebook en particular nos hace pensar que todas las otras personas tienen “vidas perfectas”. A pesar de que haya estados depresivos en los facebook statuses, los sujetos del estudio le dieron mayor relevancia a los statuses felices. Y, además, citan a Montesquieu:

“If we only wanted to be happy it would be easy; but we want to be happier than other people, which is almost always difficult, since we think them happier than they are.”

The Microsoft-Apple deal (1997)

Y fue hace tan sólo 13 años eh. Resulta increíble como ciertas cosas parecen haberse olvidado (Steve: Microsoft te salvó de la bancarrota); también es sorprendente que Jobs haya aceptado poner el IE como default browser en Mac OS (me encantaron los abucheos y el “No! No!” jaja).

Cuando aparece Bill Gates el video se vuelve épico, con esa sonrisa de “¡EN SUS CARAS, GILES!”… claramente, Steve Jobs se bajó los pantalones.

Por qué no escribo mucho

Todos los que agarraron mi iPhone en los últimos tres meses habrán visto que en el “escritorio” (btw, son unos metidos que se ponen a leer lo que no les corresponde) tenía en el ToDo algo que decía “Por qué no escribo mucho”… así que acá está, una especie de explicación.
Este blog siempre tuvo períodos de ups and lows, sin embargo creo que en el último tiempo fue más bien un constante low.
Es difícil poder argumentar bien cuáles son las razones por las que escribo poco, ya sea en este blog o en Tecnogeek. Dejando de lado mi situación académica (que muy lentamente va mejorando, pero sigo con problemas para estudiar, sigo sintiéndome en reiteradas ocasiones muy estúpido, etc.), el no escribir pasa por otra razón.
Estamos viviendo un período de saturación blogística que ya empieza a ser nauseabundo. Feinmann tenía razón, realmente, “cualquier pelotudo tiene un blog” (no lo cito de forma despectiva, sino para representar algo masificado), y eso te hace seguir a miles de blogs (o personas), que pueden no ser interesantes el 100% de las veces (y a veces porcentajes mucho mayores, como pelotudeces el 90% de las veces), pero ocasionalmente tienen un destello de sabiduría, humor, o lo que sea, que te pone a pensar “Uh, menos mal que tengo su blog en el reader”… pero aún así, te tenés que comer el 90% de las boludeces (si alguien se siente identificado en su relación con mi blog, mis profundas disculpas).
En fin, a lo que iba, hay muchos blogs. La gente que escribe en esos blogs, si bien cada una es única (si digo otra cosa me acribillan), forma parte de lo que podría ser denominado un mismo conjunto de personas, con intereses similares. Personas con intereses similares, que tienen un blog, entonces, escriben asimismo de cosas similares (¿porque para qué tener un blog en el que no vas a escribir sobre tus intereses?). Y ahí es cuando entra la saturación.
Si bien en un blog similar es más difícil de que suceda esta situación, sirve más ejemplificarla con el caso de Tecnogeek (TG, for short), y sobretodo, con un tipo de noticia en particular: Apple. Nadie sigue sólo un blog de tecnología, siempre lo recomendable es seguir a varios para poder enterarse de diferentes cosas, con distintos puntos de vista. Pero cuando el tema en cuestión es Apple, la blogósfera se inunda de posts prácticamente idénticos, que poco aportan. Por eso a veces en TG nos critican de antiApple… pues bien, en mi caso no es así (Fabio sí, es un antimacoso virulento :P), admiro los productos de la compañía, y si mi presupuesto lo permitiera me rodearía de ellos (pero no puedo). No escribo sobre Apple no porque no me interese, sino porque pienso en ustedes, lectores; creo que ya debieron haber leído suficiente y tienen las pelotas por el piso de leer siempre lo mismo.
Y así como toqué particularmente a Apple, podemos generalizarlo a diferentes marcas, a diferentes ámbitos (no sólo la tecnología) y esferas, que produce una saturación general, la falta de algo que nos diferencie frente al resto (en TG con Fabio consideramos que nos diferencian las reviews; tenemos las reviews más detalladas de todos los blogs, en español al menos, que leemos; el problema con las reviews es que son agotadoras mental y físicamente, requiere mucho tiempo y esfuerzo hacerlas y no nos podemos dar el lujo de hacerlas muy seguido). Y por eso no escribo mucho, ni en mi blog ni en TG (ámbito en el cual siempre hay noticias; me siento saturado, o no me interesan). A veces siento que no les puedo ofrecer algo que no los haga terminar de leer el post exclamando “cómo me acabás de hacer perder el tiempo…”, como probablemente les acaba de pasar.