Llegar a casa a la 1 un día en que uno se levantó a las 7 (que para una mente ociosa y vegetal como la mía es un día larguísimo), estar cansado y con esa depresión que sólo puede generar… bueno, cualquier día. De repente escuchar un ruido. ¿Qué es eso? ¿Un grillo? Oh no, el terror. Un murciélago rasgando contra la ventana.
Pero hete aquí que la persiana está rota (desde hace… meses). Por lo que el murciélago que fácilmente puede entrar por caída libre por el hueco de la persiana, simplemente no puede salir (ya que no existe caída libre a la inversa, y las alas no pueden desplegarse por el estrecho espacio persiana-ventanal). Y yo… YO NO LO VOY A SACAR SEÑORES!!! Al que cree que estoy haciendo mucho escándalo y se perdió esto en Twitter, le recuerdo: 1, 2 y 3. Al menos en esa ocasión estaba mi cuñado. Ahora… ahora es la 1:25, al único que tengo es al gato relamiéndose.
Como si esa visión no hubiera sido lo suficientemente tétrica, al portero eléctrico se le dio por sonar hace un rato. La adrenalina generada por ambas situaciones no me va a dejar dormir bien esta noche…
Fuck my fucking life.
Actualización: listo… una hora después de comenzado el altercado, ya está. Lo salvé, lo vi volar y alejarse como un hijo que abandona el hogar, y todo. Sigo opinando que mi vida es una mierda…