Y empezaba a vislumbrar la verdad, que Ged no había ganado ni perdido: al nombrar a la sombra de la muerte con su propio nombre se había convertido en un hombre entero que nunca sería poseído por otro poder, y que viviría solo por la vida misma, y nunca al servicio de la ruina, el dolor, el odio o la oscuridad. En la Creación de Ea, que es de todos los cantares el más antiguo, se dice: “Solo en el silencio la palabra, solo en la oscuridad la luz, solo en la muerte la vida; el vuelo del halcón brilla en el cielo vacío”.
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