No sé por qué razón en mi casa no se suele tomar mate. Desde chiquito, siempre que tomé mate fue fuera de casa, y me sentía marginado a veces de no compartir esa tradición argentina (?).
Hace un tiempo ya que quería empezar a tomar mate por mi propia cuenta. Hasta le pedí a alguien que me comprara un mate y todo (no por rata, pero para darle un valor sentimental al mate :P), pero jamás lo hizo. Mejor, ahora pienso que no lo usaría jaja.
Cuando fui de viaje a Chile (sí, tengo que subir las fotos y hablar mínimamente, ya sé; pero recuerden que también tengo que subir las fotos del viaje a Brasil en marzo del año pasado ;D) aproveché y vi unos mates lindos y baratos (1500$ chilenos, unos 9$ argentinos), y me compré uno. El hombre me dijo que para poder ponerle líquidos calientes, había que “curarlo”. La “cura” consistía en ponerle algún licor/aguardiente durante una semana, para que la madera absorbiera el mismo (luego tendría el olor del licor). Ni lento ni perezoso, ni bien llegué lo llené de Gin al mate. Y a los dos días…
Te tiraría el mate por la cabeza, puto.
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