Por alguna razón que desconozco (mentira, la sé muy bien, que soy un antisocial de mierda :D), no me agrada encontrarme con gente por la calle. Me hace sentir incómodo, se intercambian las 10 mismas palabras de siempre (hola! cómo estás? todo bien? todo bien también, nos vemos!) (o variaciones), y luego procedemos a la despedida, hasta quién sabe cuándo (otro encuentro casual, una charla por MSN, o dos años después en un lugar totalmente aleatorio).
Pero, por alguna razón que ahora sí desconozco en serio (no esperen nada de este paréntesis), esta situación se agrava cuando al que ubico es una persona de mi Colegio. Al haber ido a un Colegio bastante numeroso (+1000 alumnos), y “especial” (se podría decir que muchos de los que van a ese Colegio son parte de un target determinado, con gustos en común), no es muy difícil encontrarse con alguien que también haya ido allí en… prácticamente cualquier lado. Y acá es donde entra mi faceta de “hacerme el boludo”, y suelo no saludarlos. A menos que sea evidente el encuentro, por supuesto, pero la mayoría de las veces miro para otro lado, o no me reconocen (que también es muy probable :P, ahora que me rapé heh).
Algo que pensé hoy cuando fui a Starbucks (en la que vi a un pibe de mi Colegio) y al Concierto de la Hallé Orchestra de Manchester del Mozarteum en el Coliseo (en el que había varios bastantes :P).
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