Yo voy al Conservatorio en el turno nocturno. Queda cerca de Once, barrio en el cual también vivo (y como vimos en Mosca & Smith, es un gran gueto en el cual podemos encontrar judíos, bolivianos, peruanos, paraguayos, etc. (comentario sin intención xenofóbica alguna), y por lo tanto, muy probablemente a sus mafias; es decir, un barrio jodido).Al volver, siempre suelo tomar la misma ruta. Hace poco, por alguna razón que desconozco (o no), decidí tomar una diferente. Y por alguna de esas casualidades, pasé justo al lado de un auto, del cual vi que tenía una ventana rota, y una ocupante adentro, mientras otra mujer la esperaba afuera. Seguí caminando, hasta que mi lento cerebro se dio cuenta de lo que acababa de presenciar, y en un estúpido acto me di vuelta y las enfrenté (ya que la chica había salido del auto). Tras ver que escondía apurada un stereo, le pregunté que por qué hacía eso, que no había necesidad de robar, que había maneras más dignas de conseguir dinero antes que tener que robar y perjudicar a otras personas (también intenté manotearles la mochila). Me respondió que por qué me metía si no era mío, qué me importaba si el stereo de otra persona, etc., mientras blandía un punzón (supongo, era de noche y mi vista deja mucho que desear). Al ver el arma desistí :P, y me quedé en el molde, y ellas aprovecharon para irse. Cuando vi que dieron vuelta la esquina, empecé a perseguirlas. Al llegar a la misma, no las vi más, pero un hombre me dijo “Correlas, se fueron para allá”, señalándome hacia dónde fueron. Empecé a correr, crucé la calle, y al verlas se dieron cuenta que las estaba siguiendo. La que antes había esperado afuera del auto se fue con la mochila, y la que tenía el punzón se dio vuelta y se quedó esperándome. Nuevamente intercambiamos los mismos comentarios, me dijo que necesitaba comida, le dije que había mejores maneras de conseguirla, me contestó que está bien, que me dejara de joder, que no lo iba a hacer nunca más (“Sí, seguro”, le dije), y me puse a perseguir a la otra. Al dar vuelta una nueva esquina, en el Coto Abasto, me encontré con un guardia de seguridad, al que le pregunté si poseía jurisdicción fuera del Coto, y me dijo que “No” (pelotudo de mierda, están para seguridad y sólo adentro del Shopping, les chupa un huevo el resto del mundo, empresas de mierda, mundo de mierda). Justo después llegó la chica armada, y siguió de largo atrás mío, haciéndose la boluda. Veo llegar corriendo por el camino que acababa de tomar yo a una mujer voluminosa, que se acerca a la piba, y la empieza a cagar a palos. La tiró al piso, patada en la espalda, en el pecho, en la nuca, en la cara, y sangre por el suelo. Le preguntó al de Seguridad qué hacer, y me dice que busque un policía, que siempre hay uno en la otra esquina. Corro (sorprendido, porque hace meses que no hago ejercicio, sumado a que fumo, no creí soportarlo, pero pude) una cuadra, no encuentro nada, y vuelvo, sólo para encontrar la mancha de sangre y al hombre de Seguridad, hablando con otro hombre que se encontraba paseando a su perro. Le pregunto qué pasó, y me dijo que se fueron.
Y ahí comenzó el intercambio de opiniones con el que paseaba a su perro. Me dijo que si bien respetaba mi decisión, y me aplaudía por eso, le parecía un boludo, que no podía arriesgar así mi vida, y que mi mamá lo hubiera lamentado. Yo le dije que creía que morir por una convicción estaba bien, y que quizás, por más estúpida muerte que sea, mi mamá (aunque yo opinaría ambos padres, pero él utilizó como ejemplo a mi vieja) habría estado orgullosa por haberme criado de esa manera. En fin, una conversación de ese estilo, cíclica, y que terminó con un apretón de manos, “suerte, chau”, tras lo cual regresé a mi casa.
Creo que esta es una de las experiencias que realmente marcan a uno en la vida, y no he tenido muchas de ellas. Con respecto al título del post y su relación con el mismo, no pude evitar después de esta situación plantearme algunas preguntas: fue el destino lo que quiso que justo el día en que yo tomé otra ruta me pasara eso, o fue casualidad? Y si fue verdaderamente el destino… qué significa? Que tengo que seguir con mis conviccions, aún con riesgo de perder la vida, o que debo flexibilizarme ante algunas cosas, valorándola más?
No lo sé… sé que hubiera sido una muerte estúpida si me pasaba algo… pero creo que si fue defendiendo mis valores, vale la pena. Es mi opinión, por supuesto, y es la enseñanza que decidí yo que me deje esta experiencia (dejando así de lado el destino por la elección propia y el libre albedrío).
Otra duda que me surgió, es la siguiente: la gente quiere ayudar (así lo demostró el hombre del perro, que realmente admiraba mi coraje, aunque despreciándolo por el hecho del peligro que corría, como también lo hizo el que me señaló hacia dónde ir cuando vio a las chicas correr)… entonces por qué no lo hace? Si tienen temor de perder la vida, o meterse en problemas (para dejar de lado un poco el dramatismo)… no vale la pena luchar por un mundo mejor? Seguro que si todos los que quieren hacer algo pero no se animan se pusieran de acuerdo, podríamos lograr un verdadero cambio. Pero en fin, vivimos en un mundo mayoritariamente individualista, como bien reproduce la canción Setentistas de Attaque 77.
Nota al pie: dejé este post a medio hacer, porque debía irme al Conservatorio. Yendo, nuevamente tomé otra ruta, pero siendo no ahora de noche, sino de tarde, había luz. En un momento veo a un hombre corriendo, y cuando llega a la esquina, como que amaga ir para un lado, pero termina yendo para el otro. En eso, algo que llevaba en la mano, emitió un flashazo, y me dije: “Este pelotudo lleva una cámara en la mano y apretó el flash”. Me causó cierta sospecha. Claro, una vez que ya estaba lejos, veo a otro corriendo, y que se dirigió hacia donde había amagado al otro (pense: “soy un pelotudo”)… me dirijo hacia él, le digo hacia dónde se fue el ladrón, y no lo siguió, se resignó (una gran diferencia de edades). Y quizás por eso el que me señaló dónde se iban las chicas no había ayudado: porque no había entendido (aunque realmente no lo creo). Después cuando retomé el camino, me sentí culpable, de haber sabido que algo andaba mal, y no haber hecho nada para detenerlo.
En fin, la enseñanza final es que mejor empiezo a ir por las avenidas antes que por las calles aledañas a las mismas.
Mierda que quedó largo, pero fue algo que tenía rondando en la cabeza y se fue desarrollando… por lo que tuve que escribirlo.